- Se levanta la suspensión que la CNMV impuso hace más de cuatro años.
- Fondos buitre y especuladores al acecho.
Hoy arranca una jornada bursátil donde, previsiblemente, todos los accionistas de la antigua Pescanova darán orden de vender sus acciones.
Cuando la CNMV suspendió la cotización, hace ya más de cuatro años, las acciones valían 5,91 euros. En el día de hoy, si los peores augurios se cumplen, la presión vendedora será muy superior a la compradora, por lo que se espera un desplome en el precio.
El gestor del mercado –la Sociedad de Bolsas– ha anunciado que, pase lo que pase, no habrá límites de caída para los casi 29 millones de acciones de Pescanova S.A., al menos no para el primer cruce de órdenes. Así pues, que a nadie le extrañe si al final del día los títulos acaban cotizando a 1 céntimo de euro (valor “zombi”).
¿Vendo o me espero?
Vender por “nada” no tiene mucho sentido. Sin embargo, sí que es cierto que la custodia de los valores tiene un coste anual que los bancos no perdonan.
Por tanto, respetando la libertad de cada uno para hacer lo que estime oportuno y conveniente, dado que los perjudicados pueden adherirse a nuestra demanda independientemente de que tengan o no los títulos, desde este punto de vista no habría ningún inconveniente en vender (exigiríamos la diferencia entre el valor de compra y el de venta).
[note note_color=”#cce4f9″ radius=”2″]Unido a lo anterior, apuntar que el Juez instructor, José de la Mata, ha desestimado la solicitud del Fiscal de seguir prorrogando la fase de instrucción: a partir de ahora los afectados disponen de cuatro meses, o cinco como máximo, para adherirse a nuestra demanda; después ya no podrán hacerlo. El tiempo para que se depuren responsabilidades en la quiebra de la firma ha llegado.[/note]
Por otro lado, si podemos asumir el coste de la custodia, mantener la posición y esperar acontecimientos podría ser una opción. En este sentido debemos recordar que, aunque la posición de la antigua Pescanova ha quedado relegada al 1,7% en Nueva Pescanova, hay una reclamación pendiente impugnando la ampliación, que podría devolver el 20% de la compañía a los antiguos accionistas. No obstante, que nadie se llame a engaño, porque en la vieja Pescanova lo que predominan son deudas, dado que los activos (flotas pesqueras, instalaciones e infraestructuras) han pasado a la Nueva.
Una pena teniendo en cuenta que Pescanova era una compañía señera con una cartera de clientes consolidada, y un producto de primer nivel a precios competitivos. Qué mal se habrán hecho las cosas por parte de la antigua cúpula gestora –con Fernández de Sousa a la cabeza– como para que la segunda compañía de pescado congelado más importante del mundo haya acabado de esta manera.
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Afectados caso Pescanova
